jueves, 7 de abril de 2011

Godzilla vs King Kong

Instalados en sus respectivos nichos monopólicos, el duopolio televisivo (Televisa y TV Azteca) y el monopolio telefónico (Telmex y sus filiales) le han extraído a su hueso de mercado ganancias excedentes derivadas de los sobreprecios aplicados a su clientela. Esta indeseable situación ha subsistido por razones políticas y también de cultura económica.

El poder en México se ha sentido tradicionalmente muy cómodo con las estructuras monopólicas, quizá porque puede negociar directamente con ellas y obtener prebendas. Pero el costo social de esa forma de organización, junto con sus componendas, es siempre alto. Los monopolios o arreglos de mercado concentrados le cuestan a la población precios más elevados, menor calidad en bienes y servicios, así como menos variedad para elegir.

“Dos alacranes no se pican”, reza el refrán popular. Pero la sabiduría vernácula puede equivocarse, como lo comprueba el detonante del conflicto que ha estallado entre las televisoras (Azcárraga y Salinas Pliego) y Telmex (Slim). ¿Cómo que las televisoras no podían cobrarle precios monopólicos a Telmex?

En el fondo, este choque fue perpetrado por el cambio tecnológico. El avance de la tecnología ha tendido a diluir las fronteras entre los servicios televisivos y los telefónicos. En la actualidad, merced a esos avances, las televisoras están en posibilidad de ofrecer servicios de telefonía y las telefónicas servicios de televisión.

Desde el ángulo del interés público, lo ideal es que la autoridad pudiera reducir lo más posible las barreras de entrada en los mercados tanto de telefonía como de televisión. Con nuevos entrantes sería posible esperar una competencia más intensa y, en consecuencia, precios más bajos y mayor preocupación por los consumidores.

Pero ese desiderátum o ideal ha estado muy lejano a los hechos. No se ha conocido intención por parte del Estado de permitir nuevos entrantes en el mercado de la televisión. Tampoco de intentar debilitar, mediante la intervención de la autoridad, al monopolio telefónico.

Hoy miércoles nos amanecimos con la noticia del proyecto de asociación entre Iusacell y Televisa, o sea, entre los integrantes del duopolio de la televisión.

Se trata del clásico intento de colusión o de complicidad entre dos participantes en una estructura de mercado muy concentrada. Las esperanzas de beneficio para los consumidores, como consecuencia de esa colusión, son débiles por no decir nulas.

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